sábado, 6 de abril de 2013

¿Un producto químico en el grifo de mi casa?



No son pocas las ocasiones en las que, en el ámbito de la Unión Europea o en círculos políticos y sociales aún más cercanos, se ha comentado el poder y capacidad de control de los grupos de presión.

Pues si el poder de los grupos de presión en Europa puede ser objeto de preocupación, en los Estados Unidos, de donde procede la denominación y el propio sistema de organización como tal, debería serlo aún más,  porque su poder allí es inmenso.

Este mismo mes de abril, en una localidad del estado de Florida, se pudo comprobar que ni siquiera en un círculo de audiencia de carácter local, los medios de comunicación están libres de ver su fundamental labor de denuncia pública, tan importante para la salud de una democracia, libre de presiones y posibles represalias.

Los hechos hablan por sí mismos: el pasado 1 de abril, Val St. John y Scott Fish, responsables del programa de radio matinal de la emisora WWGR/Gator Country de Fort Myers, denunciaron públicamente la presencia de abundantes cantidades de una sustancia de compleja denominación química, también conocida por sus siglas en inglés DHMO en los grifos de los domicilios particulares de toda su comunidad.

No señalaron a ninguna entidad o persona directamente responsable de esta circunstancia y se limitaron a presentar hechos objetivos pero que, lógicamente, provocaron la natural alarma entre la población.

Aunque personalmente no he escuchado las grabaciones, entiendo que los conductores del programa, tras experimentar los efectos de dicha sustancia química en su propios cuerpos y en los de sus familias durante años, habrán explicado, con objetividad y cierta base científica, a la comunidad y a los alarmados conciudadanos, dichos efectos.

Los datos objetivos son que la sustancia química objeto de la alarma no tiene efectos perjudiciales para la salud en dosis bajas, sin embargo, su ingesta excesiva sí puede suponer un riesgo grave, con casos incluso mortales, ampliamente descritos y documentados en la toxicología médica.

Este concreto producto químico ha sido objeto de polémica desde hace ya tiempo. Es, con casi total probabilidad, el producto que más muertes y accidentes provoca a lo largo del año y ha sido objeto de abundantes estudios y análisis como solvente y facilitador de muchas sustancias clasificadas como cancerígenas, mutagenicas e incluso que pueden producir infertilidad o riesgos durante el embarazo.

Como es habitual, su inadecuada gestión se ceba especialmente en los más débiles. En los países más pobres del mundo esa inadecuada gestión produce un diario drama de muerte y sufrimiento especialmente cruel con los niños.

La sustancia en cuestión está químicamente muy relacionada con otras como el peróxido de hidrógeno, una sustancia nociva por ingestión e inhalación, muy corrosiva y comburente y con el óxido de deuterio, utilizado hasta hace poco años en la producción de energía nuclear.

Como suele ser habitual en estos casos, la excusa alegada para tomar represalias contra quien, únicamente, ha cumplido con su deber profesional, ha sido la alarma social creada en torno la denuncia. Como suele suceder también, dichas excusas deben ser rechazadas pues la más leve noción de sentido común dicta bien a las claras que, cuando se trata de salud, toda precaución es poca y cualquier alarma está justificada.

Me tomo la libertad, desde esta modesta tribuna, de reclamar y exigir a WWGR/Gator Country que no se pliegue a las presiones y que proceda a la inmediata restitución en su puesto de los informadores.

Así mismo, reclamamos una investigación exhaustiva y precisa de los hechos, con depuración de responsabilidades hasta sus últimas consecuencias, incluso penales si fuera preciso, y la elaboración de un concienzudo estudio toxicológico en la zona afectad para conocer el verdadero alcance del problema.

Para más información sobre la noticia: WPTV, ABC y WFTV

Ficha de datos de seguridad del DHMO

Página de la Wikipedia en castellano sobre la sustancia en cuestión: monóxido de dihidrógeno

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