miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Qué hay detrás de las revoluciones?



Bien que lo siento pero creo que le voy a aguar la fiesta del 1º de Mayo.

No sé si habrá algún antropólogo entre la audiencia de este modesto blog que pueda explicarme porqué los seres humanos nos movemos y nos conmovemos mucho más por los sentimientos, por la música, por el heroísmo y el romanticismo que por la razón.

Hace bien poco tuvimos un ejemplo muy evidente en España que, al menos para mí, resultó muy revelador: Los mineros leoneses que marcharon sobre Madrid, hace menos de un año, fueron recibidos en la capital por miles de personas, aclamados como héroes de una lucha contra un sistema injusto que oprime a los débiles y da más poder a los ya poderosos.

Las imágenes de la evocación colectiva de las revoluciones obreras eran evidentes: banderas rojas al viento, cantos revolucionarios, una vanguardia (los propios mineros) fuerte y cohesionada… solamente faltaron las barricadas.

Sin embargo, el análisis razonado de la situación no tenía nada que ver con la lucha obrera ni con la ocupación de los medios de producción por parte de la clase obrera… ¡que va!: los mineros marchaban sobre Madrid para reivindicar el mantenimiento de las subvenciones y subsidios públicos…. ¡para sus patrones!

En el fondo siento mucho pensar así. Siento mucho tener la manía de mirar detrás del cartón-piedra y ser un aguafiestas… los mineros, lo que atacaban con su marcha no era al sistema y a la burguesía en pro de la clase obrera… defendían sus propios privilegios, sus coeficientes reductores y su derecho a jubilarse antes que todos los demás.

Si se fijan, ninguna de las reivindicaciones de la marcha estaba dirigida a reivindicar las necesarias inversiones en infraestructuras para el desarrollo de alternativas económicas viables para las comarcas mineras. Si cerraran las minas, cierre al que tarde o temprano están abocadas por el necesario declive del carbón en defensa del clima, se desarrollaran alternativas reales en las comarcas mineras y todos los mineros tuvieran empleo, se verían obligados a jubilares con 65 años (o tal vez 67 años, al ritmo que van las cosas), como todos los demás y esa perspectiva bien merecía una marcha sobre Madrid… ¿ustedes no lo harían?

Esta triste y fría visión de la realidad, tan poco romántica, tan antipática me supone un conflicto interno. Por un lado quiero pensar en el asalto al Palacio de Invierno de San Petersburgo, de octubre de 1917, como un acto de rebeldía en el que el pueblo, por fin organizado, cantando “La Internacional”, asaltó el poder en el primer gran triunfo contra la injusticia.

La realidad es cruel y no tiene banda sonora. Los bolcheviques, un grupo muy pequeño de personas en un inmenso país como es Rusia, con aquel acto, dieron un golpe de estado contra una incipiente, débil y muy imperfecta democracia e instauraron un régimen totalitario y opresivo que reprimió la libertad durante 70 años y asesinó a millones de personas.

Es materia de Sostenibilidad esta dicotomía también está presente. Nuestro lado romántico nos empuja a ver la realidad distorsionada y de forma parcial, emocionados con la belleza de unas pocas flores y perdiendo la capacidad de ver todo jardín.

En octubre de 2012 murió Barry Commoner. Uno de los primeros y, casi seguro, más grandes pensadores del ecologismo… o, más propiamente, del ecosocialismo. Digo ecosocialismo porque que Commoner no se limitó a ver el mundo con una visión conservacionista y limitada, sino que desarrolló sus teorías en la percepción de que el ser humano y la Tierra son compatibles y pueden vivir en armonía.

Commoner es el autor de “El Circulo se Cierra”, escrito en 1971, y que se adelanta en muchos años a las hoy asentadas tesis de la Sostenibilidad y el equilibrio entre tecnología y todas sus ventajas y la preservación del medio natural.

En ese libro, Barry Commoner enunció lo que, quizás, es su teoría más citada y conocida, las cuatro reglas de la ecología:

1. Todo está conectado con todo lo demás. Hay una sola ecosfera para todos los organismos vivos y lo que afecta a uno, afecta a todos.

2. Todo debe ir a parar a alguna parte. No hay "residuos" en la naturaleza y no hay un "afuera" adonde las cosas puedan ser arrojadas.

3. La naturaleza es la más sabia. La humanidad ha creado tecnología para mejorar la naturaleza, pero los tales cambios en el sistema natural usualmente han sido en detrimento de tal sistema.

4. No existe eso de la "Barra Libre". En la naturaleza, ambos miembros de la ecuación deben estar equilibrados, para cada ganancia hay un coste, y las deudas al final se pagan.

La aplicación de esta teoría a la Sostenibilidad es evidente. Todas las esferas de nuestra vida como seres vivos están conectadas y, nos guste o no, todo tiene un trasfondo, una trastienda… unos bastidores que los sujetan.

Y es ahí, precisamente ahí, donde el romanticismo y los actos de heroísmo se acaban, donde los activistas colgándose de arneses desde chimeneas desplegando pancartas son una mera anécdota, un mal chiste, donde la humanidad se la está jugando.

Y sí, lo siento, esa tramoya se mueve con dinero.

Y no estoy hablando de avaricia, en estos últimos meses se ha hablado mucho de la llamada “pobreza energética”, la situación económica que supone la imposibilidad de pagar el coste de la calefacción. Pues bien, si nos dejáramos llevar por el romanticismo aplicado a la Sostenibilidad, ¿no sería una buena idea prohibir los combustibles fósiles y abrazar, de una vez por todas, las energías renovables?... ¿saben a cuanto tendría que subir el precio de cada kilovatio para que cuadraran las cuentas?. Alguien dirá que lo que necesitamos es investigar y desarrollar nuevas tecnologías en el mundo de las renovables para que sus costes sean asumibles… pues para eso, también hace falta dinero.

Por ello que esta entrevista a Connie Hedegaard, comisaria europea de Cambio Climático, me ha preocupado mucho.

Aplicando lo que dice la 1ª ley de Commoner, en estos momentos, castigar aún más a la industria europea sólo servirá para favorecer la producción fuera de Europa, especial y obviamente en China, y allí no utilizan energías renovables, ni siquiera gas natural, allí utilizan directamente carbón. Carbón al que habrá que sumar las miles de toneladas de carbono necesarias para el transporte. Y sólo tenemos una atmósfera.

Y, aplicando lo que dice la 4º ley, ¿cómo es posible que alguien, con capacidad, responsabilidad y conocimiento, diga que “Sé que España lo ha hecho muy bien en las renovables”?... España ha aceptado una factura en renovables que no puede pagar y que no podrá pagar en muchos años.

Eso sería tanto como decir que “lo ha hecho muy bien” un gestor de un equipo de fútbol que compra jugadores que no puede pagar, gana títulos que con una gestión adecuada nunca habría alcanzado provocando la quiebra y desaparición del club… una situación que supongo que les suena. Y mucho me temo que no hay una diputación o un ayuntamiento que pueda salvar al sector de las renovables en España… aunque, para el futuro de nuestros hijos, sería mucho más importante haberlo salvado antes que a toda una liga de fútbol.

Alguno de ustedes, sufridos lectores, podrá decir, “¡Cómo eres!, estamos hablando del aire, las olas, las ballenas, de la gloria del triunfo de la copa de Europa, de luchar contra la injusticia y del futuro de nuestros hijos… y tú te pones a hablar de sucio dinero”.

Bien que lo siento pero… ¿no les había dicho que venía dispuesto a aguarles la fiesta?

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